sábado, 26 de febrero de 2011

Paisajes urbanos

Buscar una habitación en un piso para compartir es como sentarse frente a diferentes ventanas que a veces reflejan como espejos y otras veces sorprenden por la variedad de paisajes que muestran. Anabell me preguntó por correo electrónico de dónde era yo; de Uruguay, le dije. En seguida me respondió que era argentina y me habló de que nos inventan enemistades en el Río de la Plata. Animadas por la familiaridad geográfica coordinamos para ir a ver su piso donde tiene una habitación para alquilar. Sin embargo, no me dio la dirección. Me dijo que me encontraría a la salida del metro, en frente al kiosco de diarios y revistas. Ella tendría puesto un sombrero y me dijo que era castaña y delgada. Me pareció un poco raro, pero raro está escrito en una regla que vengo estirando hace rato y más aún desde que llegué a Barcelona. Así que me subí al metro y la encontré debajo de una boina de cuero marrón con visera.

Comenzamos a caminar hacia el piso entre palabras. Anabell habla con acento gallego, por decirlo en términos rioplatenses, pero poco a poco le va saliendo la paisanada. En pocos pasos, luego de cruzar un semáforo, me dijo que es de izquierda. En otros encuentros que he tenido en la búsqueda de un piso para vivir me han preguntado qué pienso del reciclaje, cómo creo que se debería organizar la limpieza –así como yo pregunto si alguno de los que viven en el piso fuma- pero hasta el momento nadie había mencionado temas políticos. Al entrar, la casa de Anabell olía a cigarro. Enseguida supe que no viviría ahí pero ella no paraba de conversar y yo tenía ganas de escucharla, así que pasé y me senté en el living de su casa donde hay una mesa larga, un par de sillones y una biblioteca llena de libros interesantes, algunos de los cuales su hija menor se ha llevado.

Anabell es exiliada política, se fue muy jovencita para Suecia escapando de la dictadura argentina, y si bien me cuenta que no la torturaron, que no la tocaron, las lágrimas le llegan de inmediato cuando le pregunto si va a Argentina a menudo o cuando habla de cosas que fácilmente levantan el delgado tul con que esconde esas heridas abiertas. Quedé bloqueada, me dijo. Estoy bloqueada. Hay gente que pudo superarlo, hacer catarsis, yo no. Anabell se viste de negro y con un filtro de igual no-color ve todo lo que la rodea, un espacio con personas de las cuales me advierte debo cuidarme. El mundo fuera de su puerta blindada está lleno de peligros. Por eso, cuando alguien entra a su casa Anabell quiere que sea de confianza.

Si bien el afuera es hostil, las ventanas del living de Anabell son enormes y están descubiertas de cortinas. La calle entra por el vidrio como si estuviéramos en el bar de la esquina. A medida que vamos conversando se cuela alguna que otra regla de la casa: no bañarse luego de las diez de la noche; entrar a la cocina de a una persona por vez; apagar las luces y la computadora en lugar de dejarla stand by; no hablar con los vecinos y otras que no requieren ser dichas como que mejor no organizar cenas o invitar gente a estudiar. Ella tiene muy pocos amigos y mucha memoria. Recuerda libros, películas, nombres de personas. Recuerda cosas de las que se arrepiente. Aprende ahora que debió haber hecho esto o aquello de otra manera. Anabell sigue mirando al tiempo que no vuelve y viviendo sujeta a un dolor que se le hace carne desde hace más de treinta años cuando se fue de su país. Aunque su país no se fue de ella. Su casa en Barcelona es tierra argentina. Para que todos los que entran a su piso lo sepan, pegó en la puerta de calle una bandera que se ve cuando uno va de salida.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Barcelona es muy bello, tuve la suerte de visitarlo el año pasado. ahora estoy conociendo Argentina en donde me estoy hospedando en uno de los hoteles en el centro de buenos aires con una vista muy linda.

El presente ya es el porvenir y el olvido. dijo...

muy hermosas tus fotos para recomendar en que ver barcelona .


saludos

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