sábado, 4 de diciembre de 2010

Bancar el frío

El cuarto ordenado y prolijo en que empecé a vivir se fue transformando en un lugar demasiado pequeño para los libros, papeles y ropas que se han ido acumulando, en especial cuando empezó el frío y hubo que sacar de las valijas los abrigos, las botas y las lanas que ocupan más lugar, igual que la comodita que me dio por adoptar pensando que ayudaría a ordenar, pero sólo esconde y acumula. Ahora entro a mi cuarto haciéndome espacio entre las cosas para estar.

Entonces Barcelona que era una ciudad grande y llena de novedades y bellezas, cuando bajó la temperatura se redujo a un lugarcito tibio dentro de mí. Ese lugar que permanece, donde siempre estamos y donde a veces invitamos a otros que expanden esa cuevita con su calor y que son los que andan con nosotros por todas las estaciones del afuera. Pero a veces, nos sopla un vientito frío que escupe nuestro aliento por la ausencia de aquellos que se van.

La ciudad se llenó de luces con formas que cuelgan a modo de techo por las calles de la ciudad. Es la Navidad que empieza ahora y termina en enero, dejando al frío pelado del afuera y a la cuevita llena de mantas.

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